La ciudadanía se vuelca con los ucranianos y aportan más de 30 toneladas de ayuda humanitaria, la mayoría ya camino de Polonia
A Dimitriy Bikeyev Sánchez ayer le faltaban manos. Pertenece a la Asociación Socio-Cultural y de Cooperación al Desarrollo Ucrania-Euskadi, que ha organizado en la comunidad una campaña humanitaria de recogida de comida y materiales para ayudar a sus compatriotas. Reconoce que la solidaridad vasca ha desbordado todas su previsiones. Tanto que, en muchos lugares de recogida, tuvieron que llegar al punto de pedir a la población que parase de colaborar.
Dimitriy era testigo privilegiado de esta avalancha en el centro de logística para Bizkaia habilitado en un pabellón cedido en Mungia, donde ultimaba todo para la salida de los tres primeros camiones con destino a Polonia. Allí se destinarán a los refugiados y, «voluntarios a los que no se les podrá agradecer nunca su esfuerzo», intentarán introducir lo que puedan en Ucrania para abastacer a los que se han quedado atrapados por las bombas en las ciudades asediadas por el Ejército ruso.
Quedan más palés en la nave, pero calculaba que, solo los tres trailers superan 30 toneladas de carga. «Sobre todo comida y medicinas», asegura. También mantas y ropa, «pero desde allí nos dicen que de abrigo ya tienen bastante y que lo que hay que garantizar es la salud y alimentarse todos los días».
Desde la asociación no sabían cómo dar las gracias a la población. «Ha sido una pasada», confesaba Dimitriy. En Santutxu, por ejemplo, las colas de gente a pie y en coche se sucedieron en la lonja de recogida habilitada en la calle Georgia, cuyos responsables a media tarde pedían que dejasen de traer productos. «No podemos gestionarlos», admitían.
Su compañero Andriy también pasaba por lo mismo en Zaratamo. Hasta allí llegaban furgonetas desde Arratia y el Duranguesado, donde la colaboración ha sido «increíble, nunca había visto algo tan impresionante».
«Estamos abrumados»
En Santurtzi la respuesta también ha superado las mejores expectativas. En este caso fue la asociación Autos Clásicos la que se volcó en ayudar a la comunidad ucraniana, y «estamos abrumados, cualquier calificativo se queda pequeño a lo que hemos vivido». Empezaron el jueves a la mañana en los soportales de la iglesia de San Jorge y la avalancha de donaciones fue tan grande que no pudieron parar hasta la noche. «Recogimos al menos 1.500 kilos solo de comida el primer día». De ropa menos, «pero porque desde la organización nos mandaron parar». Ayer vivieron la misma situación en el barrio de Kabiezes.
Desde Ukrania Gaztea, que trae a niños en verano, Alicia Álvarez también dedicó media tarde de viernes a solicitar a la gente que dejara de llevar cosas al BEC. «¡Si es que a la mañana ya nos venían algunos con 25 cajas a la vez!, ¡no tenemos gente ni espacio dónde guardar tanto», lamentaba. A su colectivo le han dejado montar un stand de recogida en la Feria del Stock, que estará abierta hasta mañana, «pero no sé si tendremos que cerrar antes porque el desborde ha sido bestial».
Publicado en El Correo el 5 de marzo
por José Domínguez. ¡¡Gracias, MilloiEsker!!